lunes, 18 de agosto de 2008

SAN CAYETANO según el testimonio de Erasmo Danese (un contemporaneo)

"El Padre Don Cayetano fue para mí un gran padre. Le conocí y traté con él muchas veces, como conocí igualmente a todos los primeros Teatinos que vivían en San Pablo en aquellos tiempos ya lejanos.
Del P Don Cayetano yo aseguro que fue un padre tan venerable que soy incapaz de exponer debidamente sus grandes bondades y virtudes. Modelo en toda su vida. Era muy amable en el trato, muy pacifico y modesto, de pocas palabras, y de fuerte oración. En el templo estaba siempre de rodillas apoyado en un reclinatorio, con el rosario en la mano o con algún libro devoto, muchas veces le vi llorar Era sencillo en la comida, y frecuentemente ayunaba, por mas que yo, como jovencito, no ponía mayor cuidado en observar estas acciones. Hablaba con mucha modestia, especialmente en los sermones que nos daba en el comedor
Era siempre el primero en los trabajos de casa, como lavar la ropa, barrer y demás quehaceres domésticos.
El primero siempre en los oficios nocturnos. Cantaba los salmos lentamente y con alegría. En sus genuflexiones se inclinaba profundamente. Acabado el oficio de lectura no se movía del coro, permanecía en su silla con el rosario en la mano. Se reconciliaba con gran humildad, con gran devoción iba a celebrar, lo que hacía casi siempre en el altar de San Andrés, o en el altar mayor. Yo le ayudaba en la misa por mi condición de joven y novicio.
Después se decía la hora intermedia, y acto seguido se iba al comedor, donde se comían de las pocas limosnas que nos habían mandado. Muchas veces íbamos al comedor sin encontrar en la mesa mas que pan y un poco de fruta. Recuerdo que un día sólo había unos trozos de pan y cuatro habas tiernas. Pero el Señor movía a algún devoto para hacernos la caridad, por lo que Don Cayetano estableció que se enteraran todos, en público comedor, las limosnas que se mandaban para agradecer la caridad y alabar al Señor, a cuya inspiración era debida. A todos exigía que rogáramos al Señor por los autores de ésta y otras limosnas.
Irreprensible en su conducta. Era casto, pacifico y misericordioso. No conocía límites su atención a los enfermos. Les daba de comer con sus propias manos, les prodigaba sus servicios, como ocurrió especialmente con la enfermedad del P Marcos. Cuidaba con mayor atención a los enfermos de la comunidad.
Su recámara era muy pobre, con un mísero colchón de paja donde descansaba, una almohada, una mesa con su asiento, algunos libros y una estampa de papel. Él se vestía con una sotana gruesa, con calcetines blancos y pantalones a la veneciana.
Era de estatura mediana, más alto que bajo, de cara redondeada; tenía las mejillas ligeramente sonrosadas, con una hermosa nariz, unos bellos ojos y una boca llena de suavidad. Llevaba la barba corta, un poquito encanecida, con los cabellos hasta las orejas. Usaba un bonete redondo a la veneciana, pero después comenzó a usarlo de cuatro picos al modo antiguo.
En fín, no podré decir todo lo referente a este Padre venerado, quien fue hombre de extraordinaria virtud y de gran santidad y ejemplo".

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