Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
En la celebración de San Cayetano si bien se habla del Trabajo, presenta, sin embargo, una característica especial que es su referencia al tema del Pan.
Esta referencia, que es lo propio de la celebración de San Cayetano, tiene un profundo significado religioso y cultural. En ella se nos habla de una particular y fecunda relación entre pan y trabajo, que nos debe llevar a considerarlos en su unidad.
Es común en este día escuchar aquella frase que nos dice: “que no llegue el pan a tu mesa sin el trabajo de tus manos”; como aquella otra: “que tu trabajo alcance para llevar el pan a tu mesa”. Creo que estos dos términos definen el alcance y la riqueza de esta verdad que hace a la dignidad de la persona, como al nivel de equidad de una sociedad. En San Cayetano se nos habla del valor de la cultura del trabajo.
La relación entre pan y trabajo presenta un fuerte sentido bíblico como fuente de una cultura. Ella reconoce al hombre como sujeto libre y responsable, pero también al trabajo como un derecho del hombre; esto último lo convierte en un reclamo que hace a la de la sociedad. Los dos términos son importantes: dado que el pan que llega a la mesa sin trabajo se convierte en una dádiva que esclaviza; y el trabajo, por otra parte, que no alcanza para llevar el pan a la mesa de la familia es injusto y denigra. En el primer caso se lesiona la dignidad del hombre, en el segundo la justicia social.
Como vemos, el trabajo no es un elemento más de una cadena productiva, sino expresión de la dignidad y exigencia de justicia social. Esto tan sencillo de decir no siempre es asumido, sea por el mismo hombre como una dimensión de su vida, o por la sociedad cuando no lo presenta como un valor. Este tema necesita, por ello, tanto del testimonio de cada hombre que valora y cuida su trabajo, como de la sociedad que lo debe considerar como una dimensión necesaria en el desarrollo integral del hombre. Esta certeza debe ser asumida por cada familia y ser objeto de educación. Qué triste cuando un niño crece en un mundo que ha desconectado el valor del trabajo, como elemento esencial de su dignidad y realización, del horizonte de los valores que hacen al pleno desarrollo de su vida.
Creo que la celebración de San Cayetano nos presenta la bondad de esta relación –pan y trabajo- que hace a la dignidad del hombre y cultura de un pueblo; ella lo expresa en términos de oración, de docencia, pero también de denuncia. De oración porque venimos a pedir y agradecer el trabajo como parte esencial de nuestra vida; de docencia, para expresar que el trabajo es una dimensión necesaria para el hombre, y finalmente, de denuncia, para advertir a la sociedad que la falta de trabajo, la desocupación, es una situación de injusticia. La justicia, recordemos, es dar a cada uno lo que le corresponde. La celebración de San Cayetano se convierte, así, en una catequesis que es tanto religiosa, como social y política.
Reciban de su Obispo junto al afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús.
martes, 5 de agosto de 2008
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